Este trabajo que incluye la toma de datos biológicos y la colocación de una marca, permite a los guardaparques realizar un seguimiento a los patrones de desplazamiento de los tiburones juveniles dentro del área estudiada, así como su distribución.

“Lo que hacemos normalmente es poner la red, y el personal experto en monitoreo que tenemos abordo, demora aproximadamente dos minutos en marcar el tiburón. Esta actividad la realizamos para poder conservar esta especie y tener datos e información exacta de la abundancia de las poblaciones en Galápagos”, menciona Harry Reyes, director del área de Ecosistemas.

Durante el monitoreo se colocan dos marcas. Una externa en la aleta dorsal, que permite una identificación visual, y una marca interna en el dorso del tiburón, que asigna un código para ser leído por el escáner en futuras recapturas porque tiene mayor durabilidad.